Creo seriamente que el crítico estado en
que se encuentra España no tiene remedio, mejor dicho, tiene mal remedio.
Estamos viendo que ni el Psoe ni el Pp. que han gobernado y gobiernan esta
sufrida nación, han tenido la más pajolera idea de cómo sacarnos del agujero
financiero donde nos metieron sin tener que ir por el “atajo” de siempre, subir
los impuestos en vez de eliminar el despilfarro no productivo como por ejemplo,
las Autonomías. Como las nulidades políticas, (que
son políticos porque no saben hacer otra cosa),
influidos por los palmeros que les rodean, no tienen dos dedos de frente, tiran
por la calle del medio, y lo más cómodo en estos casos es incrementar los
impuestos más sensibles como el de Sociedades que pagarán todos los
empresarios, (exceptuando
los integrados en el IBEX), y el impuesto de Patrimonio. O sea, que como los que pagan no son
suficientes, los pagaremos los de siempre: los funcionaros, los trabajadores
con nómina, los autónomos y las Pymes, y con todo, no cuadrarán las cuentas
porque la precariedad laboral impide un mayor consumo familiar que al final repercutirá en la recaudación de
las rentas del trabajo.
La disparatada política fiscal elaborada
por Montoro y su cuadrilla de ineptos, después de años de gobierno no ha
servido para recaudar más, ni para sacar el país de la zona de peligro. Al contrario,
exceptuando a los suyos, nos ha metido
aún más en la deuda y en la crisis, y no contentos por eso, han conseguido
arrastrar a la destrucción a miles de pequeñas empresas, y a millones de
trabajadores al desempleo. Aún así no debemos pensar que este país está
manejado por tontos, nada de eso. Saben perfectamente lo que están haciendo. En
temas puntuales cumplieron con creces sus propósitos. Por ejemplo, uno de los principales objetivos del Gobierno de Rajoy fue
reducir los salarios, las coberturas sociales, los derechos fundamentales,
ampliar los horarios laborales, aumentar y proteger el fraude; aplicar la Ley
Mordaza para evitar interferencias fue un éxito, destruir la Universidad,
degradar la Enseñanza Pública y la Sanidad en beneficio de sociedades privadas
dirigidas por algún familiar, por amiguetes o por ellos mismos en la sombra. Todo
esto amparados por los votos de 7
millones de estómagos agradecidos.
A
pesar de la falta de liquidez que tenemos en España debido principalmente a la
evasión de capitales, a Montoro no se le ocurre perseguir el fraude porque eso
molestaría a su gente, y mucho. Por lo tanto toma el
camino más fácil y seguro, subir los impuestos indirectos, el IVA y acosar a las rentas de los
trabajadores y autónomos que pagan rigurosamente sus impuestos y son fáciles de
controlar.
Sobre el negocio del IVA también hay mucho que decir. Hace
tiempo que opino que no se trata de un impuesto sino de un timo, otra
injusticia. Le llaman “Impuesto al
consumo” por llamarlo de una forma políticamente correcta. Realmente se trata de un impuesto a la
supervivencia para que lo pague el consumidor que menos tiene, el que tiene
poco y quien tiene lo justo. Quien tiene más no lo paga. El gobierno lo recompensa
pudiendo desgravarlo de sus gastos y en su declaración personal.
No quiero acabar mi exposición sin
repasar otro de los impuestos indignos. El famoso IBI, que fue aprobado por la mayoría de los partidos para favorecer
sus ayuntamientos. Cuando corrigieron la última actualización de este impuesto,
en plena crisis, cualquier político en sus cabales y medianamente cualificado,
hubiese reducido el valor catastral de las viviendas puesto que el precio real de las
mismas fue depreciado desde que empezó la crisis del ladrillo y el mercado
rebajó considerablemente el valor de compra-venta de los mismos. En esta
como en muchas otras cuestiones, la calidad moral de nuestros gobernantes deja
mucho que desear, ya que en esta ocasión
correspondía rebajar este impuesto. Son unos políticos especialmente
injustos y verdaderos trileros de feria cuyo objetivo es quedarse con nuestro
dinero. Por eso digo que el IBI es
otra de sus injusticias, una estafa “legal” más. Esto lo saben bien quienes
pueden disfrutar de una segunda vivienda. Reconocen que han sido engañados
miserablemente, y los políticos de la oposición también lo saben pero callan.
Estos politicastros han considerado la segunda vivienda, (adquirida por regla general con
muchos años de sacrificio), como un aumento de renta y en
consecuencia sufren la correspondiente y a veces injusta fiscalización,
sabiendo como deberían saber que mantener una segunda vivienda supone en la
mayoría de los casos, importantes pérdidas de ingresos por el efecto del aumento
lógico de unos gastos de mantenimiento que según dicen, de ningún modo pueden
ser deducibles.
Así estamos.
Saludos, Miguel.