En esta España de Dios, eso de apropiarse
de lo ajeno, (que al
parecer se puso de moda allá en los tiempos gloriosos del Psoe y aun no ha
terminado), sigue siendo práctica común. Cada cual es como es
y se lleva cuanto quiere y como puede de los demás, y quien esté libre de
pecado… que tenga cuidado por aquello del efecto boomerang. Bueno, por si no
teníamos bastante con políticos, empresarios, sindicalistas y allegados
corruptos, los obispos de la Iglesia Católica y Apostólica, (no la romana, sino la española), no se quedan
atrás: tan sutiles como zorros en celo, se están quedando con parte del
patrimonio español que utilizan para ejercer su evangelio, inmatriculando a su
nombre cualquier cosa que se ponga a su alcance y que merezca la pena.
Las apropiaciones realizadas por la
iglesia durante años, según dicen varios colectivos ciudadanos y cristianos que
han denunciado el caso en el Tribunal de
La Haya, las han calificado como Fraude
de Ley y Abuso de Derecho, ya que no sólo se trata de bienes públicos o
patrimoniales: cualquier finca o inmueble no inscrito en el Registro de la Propiedad, es
susceptible de ser inmatriculado por cualquier avispado obispado, como han hecho
con locales comerciales, viviendas,
solares, fincas rústicas, viñas, olivares, montes, ermitas, cementerios, o
monumentos Patrimonio de la Humanidad como La Giralda de Sevilla y La Mezquita
de Córdoba. Como todos sabemos, los
templos religiosos, monasterios, conventos, etc. fueron construidos por y para
el pueblo como lugares de culto. Pero no creáis que se conforman sólo con
el continente, como no podía ser de otra forma también se quedan con el
contenido; o sea, que los tesoros que celosamente
guardan las iglesias que son de un valor incalculable, también pasan a ser de
su propiedad. En los últimos años la Iglesia ha registrado a su nombre más
de 4.500 propiedades que habían sido
financiadas por vecinos, ayuntamientos y con subvenciones estatales.
Las provincias de Navarra, Alicante,
Cáceres, León y A Coruña, además de Córdoba, Sevilla y otras en menor consideración,
fueron las más saqueadas en los diez últimos años; sólo la Comunidad de Navarra
cuyo obispado debe ser algo avaricioso, ha
sufrido más de 1.086 incautaciones durante
ese tiempo. Esta descarada inmunidad de
la Iglesia que le otorga gratuitamente el Gobierno, se ha convertido en un
serio problema para centenares de municipios que están viendo cómo siglos de historia
cambiaron de dueño estampando una simple firma.
Esto hace la Iglesia Católica enarbolando
la bandera de la “caridad cristiana”, y a la chita callando pone a su nombre
los bienes que no están a nombre de nadie, y ya se sabe que lo que no es de
nadie, no es público ¡¡es divino!!
Para tratar de entender algo esta
situación, si es que hay algo que entender, diré que el concepto de inmatriculación se refiere a la primera inscripción de
un bien cualquiera en el Registro de la Propiedad. Por esta simple razón, la
Iglesia como entidad institucional, tiene la facultad que le otorga una vieja
Ley franquista que nadie se ha atrevido a derogar y que fue ratificada por el Gobierno
del señorito Aznar gracias a la reforma de la Ley Hipotecaria del 1.998, con el
fin de poder apropiarse de cualquier bien que no esté registrado.
Creíamos que solo los partidos políticos
y sus satélites eran unos miserables insaciables, y mira por donde resulta que la
Iglesia Católica no les va a la zaga. Los
primeros se quedan con nuestro dinero, y los otros con nuestro patrimonio.
¡¡Manda güevos!!
Alguien debería parar este saqueo y
encerrar de una puñetera vez a tanto delincuente disfrazado de corbata o con sotana.
Tienen que devolver al pueblo todo aquello que con malas artes nos están quitando.
Acabar con los privilegios de esta organización, y que todos los bienes del
pueblo vuelvan a ser del Estado.
¡¡Ya está bien!!
Saludos, Miguel.