Hay cosas que parecen y otras que son.
Cualquier persona que lea mis críticas puede opinar que tengo ojeriza con el Pp. y tendrá mucha razón. Odio a cualquiera
que, amparándose tras la bandera de la respetabilidad y la democracia, se ríe y
roba al pueblo que juraron proteger. Por lo tanto creo que estoy en mi derecho
cuando opino que llamar a las cosas por su nombre no debe ser considerado una ofensa,
es decir lo que honradamente pienso.
Todos sabemos que el Pp. es un partido imputado por
financiación ilegal y definido por la justicia como una organización criminal,
que protege a varios de sus dirigentes estando detenidos, imputados, dimitidos
por defraudar, malversar, mentir, incluso acusados de homicidio imprudente.
Ante estas graves acusaciones, el gobierno recrimina, coacciona, encubre,
desampara, maltrata y miente. El
resultado de tanta escoria es que los corruptos son un peligro público y una
amenaza social, porque no sólo hay políticos implicados; hay banqueros,
empresarios y funcionarios de élite. Gente con mucho poder, tanto que hasta
la justicia teme enfrentarse a ellos. Lo extraño de esta situación es que este
partido logre estar en el poder con 7
millones de personas, entre las que debe haber gente honrada, teniendo otras
opciones de parecida o igual tendencia. Me chirrían los dientes cuando oigo que
en ese partido hay personas honradas, dudo que los haya pero alguno puede haber.
Es inconcebible que la gente decente los vote, a sabiendas de sus acciones,
porque ya no tienen excusas y me cuesta creer que todos los que les votan sean
miembros de la banda.
A veces me pregunto, ¿cómo
es posible que unas personas católicas y apostólicas a las que creíamos
importantes, sean capaces de robar el dinero de los contribuyentes y no se
sientan avergonzadas ni arrepentidas? ¿Es que los jueces no tienen aún pruebas
suficientes para ilegalizar el partido?
El Pp.
es una organización que ya no debería existir, y mucho menos representar a
España en los foros internacionales. Es realmente vergonzoso que esté
constituido por gente sin dignidad y
enriquecidas por robar dinero público, sin consideración hacia los millones de
personas desahuciadas, funcionarios, pensionistas, ciudadanos empobrecidos,
etc., lo único que les importa es llevarse todo cuanto puedan. Me parece que
hay razones suficientes para que los españoles salgamos a la calle para gritar
a pleno pulmón, ¡basta ya! Pero me temo que no hay algún ningún otro partido
preparado regenerar el país. Es muy
grave que en esta nación se permita que una organización criminal se presente a
unas elecciones, y más triste aún es que las gane. Eso dice mucho del país y de
la poca exigencia de sus ciudadanos. España está enferma y al parecer nadie la
quiere salvar.
La solución a tanto desmadre político
debe empezar por sanear los organismos contaminados. Si de verdad queremos
regenerar el estado de derecho, debemos fortalecer las instituciones para
eliminar de ellas el cáncer de la corrupción.
Saludos, Miguel.