Los españoles seguimos teniendo la
mentalidad estancada en el siglo pasado, en los mejores tiempos del franquismo,
cuando la sociedad soportaba con angustiosa sumisión los abusos del régimen
impuesto por el dictador. Es indignante lo que hoy está sucediendo con la política,
que pese a tener un gobierno “en funciones”, tengamos las instituciones
secuestradas por un partido acusado de organización criminal, y los españoles
sigamos aguantando como borregos el sectarismo de un presidente intolerante, que
solo con el apoyo del 35% del
electorado mantiene detenido el ritmo económico y laboral de la nación sin que
nadie se atreva a liberarnos. ¿Qué está sucediendo?
En la política del país suceden cosas
que huelen peor que una fosa séptica. Ahí están algunos imputados que ayudaron
al Pp. a llenar sus arcas con dinero
público. Cuando finalmente fueron acorralados por la justicia, se sintieron
abandonados por sus cómplices y amenazaron públicamente con no morderse la
lengua, pero según parece, recibieron sutiles avisos que hicieron el efecto de
hacerles recular en sus intenciones, al fin y al cabo cualquier persona es
susceptible a tener un accidente, como dicen que sucedió con algún otro
camarada en parecidas circunstancias aunque la justicia no lo pudo probar. Sin embargo la jefatura de esta sociedad
ha debido estudiar bien estas situaciones y actúan ante los medios como
víctimas inocentes. Hay que reconocer que, aunque en ese partido nunca fueron
inteligentes, son listos, hábiles, y saben mentir como bellacos porque no son
personas con dignidad, vergüenza, ni honestidad. Parece que sólo quieren estar
en el gobierno para llevarse el dinero de los contribuyentes y hacer la puñeta
a todos los españoles con asuntos tan vergonzosos como el actual que afecta a
Rita, la senadora.
Creo que si nuestros legisladores
hubieran tenido en cuenta que sucederían casos como este, otra cosa hubiera sido
y desde el mismo día que se supo que todos los concejales del Ayuntamiento que
ella dirigía con mano de hierro habían sido acusados por la justicia por
asuntos relacionados con la corrupción, doña Rita debería haber sido suspendida
de empleo y sueldo como cualquier prójimo, pero aquí no. Sucede que para
dimitir en España como hacen normalmente los políticos decentes en los países demócratas
de nuestro entorno, hay que tener un mínimo de vergüenza torera. En este caso
han calcado el “despido de Bárcenas”: la senadora ha dejado el partido,
posiblemente en diferido, pero no deja el escaño que pertenece al pueblo ya que
fue senadora por designación y no por elección. Es indignante que esta
señora ajuste su portentoso trasero con ofensiva firmeza en un escaño público
lo mismo que una garrapata se engancha a los entresijos de cualquier mortal, y además pretenda
reafirmar su “ofendida inocencia” ante los españoles. Mucho volumen para tan
poca categoría moral. Se ríe de los españoles y pone a prueba las tragaderas
del “falangito” que pretende convertirse en el cabecilla de la lucha contra la
corrupción.
Seguramente esta señora habrá escondido el carné del Pp. para utilizarlo en mejor ocasión,
pero es posible que no renuncie a una merecida y suculenta indemnización por
los lucrativos años al servicio de su partido ni a su paga de senadora aunque
nunca visite el Senado.
Saludos, Miguel.
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