lunes, 9 de mayo de 2016

ESTAMOS HARTOS




Estamos hartos. Hartos de políticos corruptos al servicio de las grandes corporaciones, de la banca y de los intereses partidistas además de los suyos propios. Estamos hartos de unos gobernantes que, apoyándose en estructuras creadas únicamente para incumplir las leyes, nos roben impunemente ocultos tras sus cargos.
El problema de la corrupción no solo preocupa a los ciudadanos españoles, organismos internacionales advierten a nuestras autoridades que endurezcan las leyes penales ante la alarmante situación de la corrupción española, asegurando que el actual Código Penal aún mantiene vigentes artículos aprobados hace dos siglos que favorecen las situaciones opacas, la corrupción y el latrocinio. A pesar de esto, los jueces españoles están investigando actualmente cerca de 4.000 políticos, que van desde simples concejales y alcaldes de pueblos pequeños, a ministros y ex-ministros del gobierno de Rajoy, añadiendo que la corrupción es el resultado de una Constitución que otorga un enorme poder a las autoridades locales que son aprovechadas por políticos indecentes para conceder contratos o terrenos “a dedo”, sin formalizar consulta alguna con el resto de las administraciones afectadas.
Para luchar contra esta lacra de oportunistas cínicos, bastaría con reformar la financiación de los partidos políticos y las leyes de Transparencia, así como el aumento de penas para impedir la corrupción, fortalecer la independencia de los auditores, y reforzar el actual sistema judicial escasamente financiado, que permite que muchos casos de corrupción queden sin resolver durante años, hasta llegar a la anulación de los procesos.  En cambio, los ciudadanos que hemos sufrido los rigores de los recortes presupuestarios en materia sanitaria, educativa y social no hemos visto el menor ejemplo de nuestros gobernantes, involucrados como están en permanentes procesos jurídicos por casos de corrupción. Esta es una causa añadida a un generalizado sentimiento de decepción y cabreo de la ciudadanía, que ha llegado a desestabilizar seriamente al gobierno y ha minando la credibilidad de la clase política en su conjunto, hasta llegar al actual hartazgo.
En mi modesta opinión, el único sistema para reformar la democracia y volver a creer en las instituciones, es votar a un partido que realmente sea capaz de lograr una auténtica coalición de partidos progresistas que quieran cambiar nuestra anticuada Constitución, creada de conveniencia en una situación atípica fraguada por los residuos de la dictadura franquista para justificar el momento, y pensada para beneficiar a unos pocos en detrimento de todos.
¡¡Basta ya de abusos!!


Saludos, Miguel.

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