viernes, 22 de septiembre de 2017

EL PROBLEMA CATALÁN


Es tan lamentable como ridícula la revolución nacionalista que ha  creando el gobierno de Rajoy en Cataluña, escondiendo su cobardía tras su Tribunal Constitucional, sus jueces, sus fiscales y las fuerzas armadas que utiliza como instrumentos de ataque a su servicio para tratar un problema que sólo él y su partido vienen provocando desde el año 2.006 cuando denunciaron el Estatuto Catalán en el Tribunal Constitucional, estando ya aprobado por parlamento Catalán y por las Cortes españolas.
Debido a la conocida pachorra que caracteriza al presidente Rajoy y la supuesta dejadez de sus acólitos, no supieron presagiar con suficiente antelación que aquella cacicada traería a no tardar, una revuelta independentista de esta magnitud, y eso que Cataluña lleva tiempo anunciando sus intenciones, pero ni él ni su comparsa han sabido actuar democráticamente. Están haciendo lo único que saben, al más puro y rancio estilo franquista que utiliza su propia estupidez con la razón de la fuerza. Estos políticos incompetentes han demostrado que son incapaces de utilizar el dialogo y la política porque ciertamente no son políticos. Cualquier otro gobernante con perspectiva de Estado, seguramente habría actuado al contrario que Rajoy: en vez de tratar el asunto catalán escudado tras el poder de la justicia y las fuerzas armadas para impedir que los catalanes puedan votar, otro más inteligente hubiera intentado convencerlos con diplomacia para que no quisieran desligarse del sistema comunitario actual, porque la intención de votar nunca puede ser calificada como delito, otra cosa es querer hacerlo a las bravas y fuera de los cauces legales.
Todavía es posible que Rajoy y sus secuaces sean capaces de apaciguar la situación catalana de manera transitoria, pero tal y como están las cosas creo que nunca podrán dominar el deseo de decidir el destino de los catalanes. Tal vez el gobierno de Rajoy sea capaz de anular algunos derechos políticos, también es posible que algunas libertades civiles puedan quedar canceladas, pese a todo, es inevitable que a corto plazo, surja de estas movidas una nueva Transición, un pacto que ofrezca seguridad para reorganizar la Constitución, y así lograr que la convivencia entre los ciudadanos de esta gran Nación sea una realidad. Al final todos queremos lo mismo: que nos dejen vivir en paz, y que los políticos indeseables y corruptos que provocan estas situaciones para esconder su propia miseria, vayan a la cárcel que es donde deben estar. Amén.
¡¡Señores políticos, TODOS los ciudadanos de este país merecemos que se escuchen nuestras palabras!!

Saludos, Miguel. 

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