Todavía es pronto para pronosticar el incierto
futuro que le espera a los catalanes, pero sea cual fuere no será bueno, ni
para Cataluña ni para el resto de España.
Por un lado tenemos un presidente,
Rajoy, cobarde por naturaleza, que está completamente aterrado porque su partido
y las circunstancias le obligan a aplicar contra Cataluña el célebre artículo 155 y desconoce sus consecuencias. Por
la otra parte, otro presidente de menor entidad, Puigdemont, un personaje con grave
tendencia paranoica, y una complicada obsesión independentista que le tiene tan
estreñido que le pide desordenar un día lo dispuesto el anterior. Estos casos
no serían la primera vez que se dan. La historia cuenta que los pueblos han
caído varias veces en manos de perturbados mentales. Aquí pasa lo mismo,
estamos en manos de unos políticos fracasados, que en vez de aportar beneficios
para los ciudadanos, nos llevan a la ruina y a la miseria.
La impunidad de los políticos catalanes
ha sido desarrollada con los años y protegida por el inmovilismo interesado y arbitrario
de los diferentes gobiernos españoles, y ahora se sienten capaces de soliviantar
al personal y quebrantar las leyes sin temor a las consecuencias. Por eso es
tan complicado el tema; nadie cree que el Pp. con su corrupción repartida por
todos los juzgados, hará otra cosa que no sea mandar tropas a Cataluña con el
apoyo de su siervo Rivera y la colaboración de Pedro Sánchez, que dicho sea de
paso, está perdiendo la poca credibilidad que puede tener por su descarada actitud
de sumisión hacia Rajoy. Por lo tanto así estamos, con un partido de izquierdas
aparentemente fuera de servicio, otro que se autodenomina “de izquierdas”
haciéndole el juego a un partido de “derechas” presuntamente corrupto, y otro
partido también de “derechas” creado exclusivamente para proteger los desmanes
de la marca líder. ¿Quién da más?
La cuestión es que por culpa de estos
políticos ineptos, estamos a la espera de la aplicación o no, del artículo 155 que nadie, ni el gobierno central
sabe cómo aplicar, pero por si acaso, Rajoy ha dispuesto un ejército de
funcionarios a las órdenes de la vicepresidenta Soraya, otro ejército de
policías repartidos por la comunidad esperando órdenes del ministro del
interior, y por si acaso no hay suficiente personal preparado, está acuartelado
en Cataluña y alrededores, otro ejército que dirige con “mano de hierro” la ministra
Cospedal García, alerta para intervenir en caso necesario que nadie quiere que
suceda, o… ¿acaso si?
Me malicio que esto terminará como nos
tienen acostumbrados; después de tanta parafernalia puede haber un nuevo apaño
entre los independentistas y el gobierno de Rajoy, que acabará con más
concesiones, más dinero y más autogobierno… y hasta otra, porque el cuento del “federalismo
inclusivo” del Psoe se ve cada vez más lejano. Tuvieron oportunidad de
implantarlo en varias ocasiones y no lo hicieron, así que no sigan engañando al
personal con esta solución que no se cree nadie.
Queremos hechos en vez de tanta
palabrería.
Saludos, Miguel.
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