A
estas alturas son pocos los que dudan de la bajeza moral de nuestros políticos.
Con razón podemos encontrar personas que pueden opinar que solo un pueblo
ignorante en temas políticos podría mantener unos partidos falsos y corruptos al
frente de las instituciones públicas que administran el país.
No
les importa que sus nombres sean manchados, desacreditados, ultrajados, o que
los acusen de falsedad documental, mientras sigan sentados en sus poltronas.
Aquí no dimite nadie, ni un rector por plagiar, ni un cura por abusar, ni un político
por robar, ni la Cifuentes por mentir con el Máster que según parece le regaló
una universidad pública que depende económicamente de la Comunidad de Madrid
que ella preside, y que regala titulaciones académicas a sus benefactores. En
el perfil de los políticos españoles no encaja la palabra “dimisión”. Esto
sucede porque los votantes por regla general somos demasiado… indulgentes, y
ellos lo saben. Sin embargo, lo que peor ha sentado a la opinión pública ha
sido la hipocresía vanidosa de esta señora donde se refleja un sistema educativo
corrupto.
Lo cierto es que entre todos los implicados
han convertido esta universidad en el estercolero académico del Pp. porque
ahora nos preguntamos… ¿Cuántos títulos
habrán regalado o vendido a sus amigos mientras cientos de estudiantes se
queman para conseguirlos? Suponíamos que la Universidad Rey Juan Carlos era una
de las más importantes de España, sin embargo, a poco que se investigue, parece
que no es un ejemplo de buena gestión económica. Un informe de la Cámara de Cuentas a la he tenido acceso revela gran
cantidad de “irregularidades” contables, como sobresueldos, gastos sin
justificar, jubilaciones anticipadas sobrevaloradas, etc. etc. Estos actos
ponen en duda el nivel de transparencia que existe en algunas universidades
públicas españolas.
Yo
ignoro si estas cosas ocurren en otros países, pero aquí en nuestra España
puede pasar cualquier cosa sin generar consecuencias. Esto digo porque aquí y
con dinero, se puede comprar o vender de todo de forma ilegal; desde un carnet
de conducir a una licenciatura. Recuerdo que por el año 2.011, la policía detuvo cerca de un millar de personas en Málaga
que habían comprado títulos y acreditaciones universitarias falsas, tales como
títulos de Enfermería, Arquitectura Técnica o Ingeniería Industrial, entre otros.
De
todas formas es cierto que a nuestros políticos les encanta presumir de
titulaciones académicas. Como ejemplo recordemos a Moreno Bonilla,
incombustible candidato del Pp. a la
presidencia andaluza que también engordó su currículo mientras pudo, y ahí
sigue. Tomás Burgos, que fue secretario de Estado de la SS también con el Pp., decía
ser Licenciado en Medicina, cuando no pasó de una elemental formación
universitaria de medicina. Elena Valenciano, vicesecretaria General del Psoe, que se adjudicaba la posesión de
estar Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, al perecer no acabó ninguna
de las dos carreras. Pero lo más llamativo es el caso del señor M. Rajoy. Comprendo que a veces la gente
es muy rebuscada, ¡¡mira que relacionar
la meteórica carrera de los hijos del juez Rajoy Sobredo, con el caso de la
desaparición de más de 4.000 toneladas del aceite de oliva almacenadas en Redondela!!
¿Acaso
tendría algo que ver con una hipotética devolución del favor a cambio de la
indulgencia con que sentenció el caso? O… ¿quizás por entonces los cuatro hijos
del magistrado fueron superdotados?
Para
terminar, una reflexión: Pienso que alguien debería medir el grado de
contaminación en la Puerta del Sol. Algo serio puede suceder con los dirigentes
madrileños que han ocupado las instalaciones oficiales de esa zona, ya que de
un tiempo a esta parte suceden situaciones “anormales” con sus residentes.
Gallardón, Aguirre, González y Cifuentes, investigados por un continuo sainete de
robos y fraudes con los impuestos de los madrileños, dominaron plaza en el
lugar.
Saludos,
Miguel.
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