martes, 2 de octubre de 2018

INDEPENDENTISMO CATALÁN



Estamos viendo cómo los independentistas catalanes tienen más fuerza y poder cada día que pasa. Las calles están prácticamente tomadas por los llamados CDR, estimulados por el presidente Torras y protegidos por la policía política catalana. Mientras, el Gobierno central tiene que soportar sus desmanes con temor porque sin el apoyo catalanista peligraría el sillón de la Moncloa. Tal vez por esa razón, el portavoz de Sánchez diga que la violencia callejera de los CDR son “causas asumibles”.
¡Y una leche!
 Quieren hacernos creer que en Cataluña no hay luchas callejeras cuando todo el mundo pudo verlas. Quizás esto se deba a cuestión de matices y realmente no se trate de luchas callejeras, sino una especie de guerra de guerrillas sabiamente encubiertas y perfectamente dirigidas, con libertad de movimiento, maniobrabilidad y total impunidad, sin tiros ni muertes… por ahora.
Los separatistas pretenden ganar batallas ejerciendo una violencia justa, que no deja de ser una estrategia inteligente: conseguir victorias con “batallas” de baja intensidad, es la mejor manera de lograr propósitos previamente establecidos. Es una forma segura de obligar al gobierno a tomar una determinación que favorezca sus planes independentistas. Lo que sucede en este caso, es que España como Nación no puede rendirse sin más, y ni Sánchez ni el Psoe puede regalar un pedazo de nuestro territorio a una banda de separatistas fanáticos que no dudan en perjudicar a una gran parte de paisanos con su violenta actitud sediciosa.
Debido a esto puede ser que logren el efecto contrario, y la presión contra Sánchez puede terminar por obligarle a mantener la unidad de España y no tendrá más remedio que volver a implantar el famoso artículo 155 en toda su extensión, aunque conlleve la intervención del ejército, el desarme de los Mossos, la disolución del Parlamento y enjuiciar a los responsables. Solo entonces, los paranoicos visionarios separatistas de una patria inexistente se darán cuenta que nunca jamás lograrán romper la unidad de España.
No obstante es tan necesario como urgente la unidad de todas las fuerzas políticas para que el Estado en su conjunto pueda hacer frente a esta vergonzosa situación y lo más razonable sería suspender la autonomía catalana porque según mi criterio, esto sólo se puede resolver de dos formas: con la unidad de los partidos constitucionales haciendo un frente común, o en los tribunales de justicia. Aunque me malicio que esto solo se puede hacer desde un Gobierno central serio, decente y digno, tal vez con menos titulaciones académicas, pero con fuerte voluntad política.
Creo sinceramente que esta delicada cuestión que agravó un partido de derechas con decisiones inapropiadas, solo se puede solucionar desde la perspectiva de un partido político de izquierdas realmente comprometido con la justicia, la razón y la igualdad.
Aun estamos a tiempo de fundarlo.

Saludos, Miguel.


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