No tengo más remedio que censurar una
vez más y tantas veces como me sea posible, las insolentes manipulaciones que
el partido de los genoveses hace con los organismos nacionales, y además tengan
la insolencia de insinuar que lo hacen por el bien de España y los españoles.
A estas alturas resulta cuando menos increíble
que un juez haya tenido el suficiente valor para incriminar a la Infanta
Cristina en la misma causa que está investigado a su consorte. Tampoco tengo
muy claro los motivos porque a mi juicio, éstos varían poco de los que había
hace un año, y como nos tienen acostumbrados a pensar mal de ellos, cabe preguntarse si esta imputación se hace
para acusarla realmente, o se trata de una simple farsa creada exclusivamente
con la finalidad de desviar sospechas para siempre. En cualquier caso y
como la justicia, por mucho que nos quieran decir no es la misma para todos, la
Infanta podrá dormir tranquila y disfrutar de los millones escamoteados por su
marido. Las cosas están como están y esta situación a nadie debería extrañar.
Tampoco puede sorprendernos la
manipulación arbitraria que el Gobierno hace con las instituciones. Tanto es
así que más de uno tiene la sensación que éstas forman parte de su propiedad
particular, con el consentimiento del resto de los partidos que parecen tener
miedo de oponerse seriamente a sus desmanes. En este caso pretenden utilizar la Fiscalía Anticorrupción como si
fuera un despacho de abogados contratados para tramitar la inmunidad de la Casa
Real, escudándose detrás de una mayoría que en su día tuvieron, y ahora
carecen. Después tratarán nuevamente, de engañarnos contándonos historias sobre
la independencia judicial que no respetan porque el gobierno a espaldas del
pueblo, manipula; extorsiona, chantajea, o dañan la imagen de quienes no acata sus órdenes. Cualquier método
es bueno con tal de conseguir su propósito.
Éramos muchos quienes hasta ahora
creíamos que la labor de los fiscales era la de buscar pruebas para acusar a
los delincuentes, en cambio hoy, siguiendo las instrucciones totalitarias del
ministro de turno a quien el prestigio de la institución le debe mantener al
pairo, la fiscalía se dedica a obstaculizar la gestión de la justicia
descaradamente. Si finalmente es
retirada la imputación de la Infanta, la fiscalía anticorrupción caería en un
flagrante delito de prevaricación, pero esto a ellos les trae sin cuidado. España, en el extranjero, está dando la
imagen de soportar el peor gobierno fascista de la
historia de la Democracia. A partir de hoy… ¿quién va a creer en España y en
sus instituciones?
Como es natural, debe haber fiscales
honrados, seguramente tantos como jueces, y que deben sentirse íntimamente
avergonzados por tener que soportar un jefe con claras tendencias
ultraderechistas que pretende obstaculizar la investigación de la justicia en
vez de dedicarse a limpiar el país de tantísima gente corrupta, porque nadie
ignora que aquí hay muchos políticos acusados de corrupción, aunque hasta hoy ninguno
está en la cárcel. ¿Cómo estos políticos
pueden caer tan bajo siendo como dicen ser, fieles seguidores de la iglesia
católica, la cual predica justo lo contrario?
Como conclusión un pensamiento: “Conocer el pasado de un país es
la única forma de entender el presente y de intuir el futuro”.
Saludos de Miguel.
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