miércoles, 13 de agosto de 2014

SEMOS LOS MEJORES


Suceden cosas que por su propia relevancia mediática no tengo más remedio que discutir, veréis: El gobierno, el que hoy por hoy tenemos en España, ha rescatado a “bombo, platillo y pandereta”, a un señor cura que estaba voluntariamente ejerciendo su apostolado evangélico, allende por tierras africanas, y que está gravemente afectado por el terrible virus del ébora. Esta es la noticia que hemos conocido y que los medios, con el fin de desviar nuestra atención sobre otros asuntos que nos afectan más directamente, se han encargado de propagar.
Llegado a este punto, yo como muchos españoles que nos vemos mal para llegar a fin de mes con nuestros cada vez más precarios salarios, nos preguntamos, ¿quién costeará los gastos del rescate?
Bueno, pues el señor Rajoy nos ha sacado de dudas, ha dicho que pagaremos los mismos de siempre, o sea papá Estado, ¡faltaba más! Este traslado debe valer por lo menos un güevo y parte del otro, porque un avión convenientemente equipado para el caso,  aunque pertenezca a las Fuerzas Armadas, incluidos sus nueve tripulantes y añadiendo toda la parafernalia de la organización, nos cuesta una pequeña fortuna. También les acompañaban otras cinco personas entre médicos, enfermeros y personal técnico para garantizar el traslado de un solo enfermo, porque recordemos que la monjita guineana que acompañó al sacerdote tiene pasaporte español y aprovechó el viaje para ponerse lejos del peligro ya que no está contagiada, eso sí; estuvo lista para abandonar en Liberia a las demás compañeras de congregación. Hay que señalar que hay más personas de su mismo grupo religioso infectadas por el virus,que quedaron en el mismo hospital de Monrovia donde estuvo el cura, de las cuales ya murieron dos. Ni caridad cristiana, ni humildad, ni leches. Por una vez, y que no sirva de precedente, estoy de acuerdo con la ministra de Sanidad “… hay que ser solidarios pero no tontos, no se puede evacuar a todos los infectados, entre otras cosas porque no son españoles”.
Señora ministra, no hace mucho tiempo hubo en Argentina una señora española con ganas de trabajar que llegó allí huyendo de nuestra crisis, la cual enfermó no recuerdo de qué infección contagiosa, y ustedes denegaron su repatriación porque costaba más de 100.000 euros.
Aviso a navegantes: Para más seguridad, los españoles que vayan a trabajar al extranjero deberán hacerlo con una Biblia en la maleta.
Este despliegue de personas y medios debe costar muchos millones que saldrán de las arcas públicas, todo un montaje para evacuar a dos  personas. A esto hay que añadir que tuvieron que mandar al hospital de La Paz a los veinte enfermos que estaban ingresados en el hospital Carlos III y rehabilitar una de las plantas que permanecía cerradas por falta de recursos desde el comienzo de la crisis para atender a un único contagiado. Debieron establecer una nueva infraestructura para experimentar con prudencia un nuevo método curativo eficaz, puesto que esta enfermedad es aquí prácticamente desconocida. Improvisar de prisa y corriendo un equipo médico más o menos eficiente con algún conocimiento en esta clase de infecciones. Organizar un sistema de seguridad en el entorno, capaz de prever cualquier anomalía que pueda dar origen a una posible expansión del virus fuera de la planta, etc. ¿Era necesario tanto gasto? En fin, que el gobierno se ha buscado otro método para justificar una nueva sangría para las mermadas arcas públicas, pero… ¿y lo bien que han quedado ante el mundo mundial y el clero?
Como recordareis, no hace mucho tiempo que este mismo gobierno aprobó una Ley por la cual los españoles que lleven más de tres meses fuera del país en busca del trabajo que aquí no encuentran, perderán automáticamente el derecho a la medicina legal “gratuita” que ofrece la Seguridad Social. ¿Le aplicarán también esta Ley a este religioso que lleva años predicando por ese mundo de Dios? Si no fuera así se trataría de un tremendo error comparativo que debería ser reprobado por todos los españoles.
Aún tengo en la memoria cuando los técnicos sanitarios bajaron al cura del avión, aquí en la base de Torrejón. Fue un espectáculo digno de recordar. Tanta protección y tanto protocolo para ver unas personas enfundadas en vulgares monos de trabajo con capucha, y mascarillas de papel artificial como aquellos que llevaban los voluntarios que retiraban el “chapapote” en las playas de Galicia. Por trágico que sea, pareció una pantomima. Parecían salidos de un cómic de Mortadelo y Filemón. Daba por hecho que el protocolo a seguir en un caso de protección bacteriológica, obligaría a todo el personal sanitario en contacto con los infectados, a vestir con fundas estancas selladas y casco con respirador individual. Por un momento olvidé que estamos en España, mucha apariencia por fuera y mucha mugre por dentro.
Ante todo he de decir que me alegra saber que alguien se preocupa por la salud y seguridad de los españoles, de todos aquellos que prestan servicio lejos de su país, y hacer constar que no tengo nada en contra de este cura por el que tengo un gran respeto, es más, siento el dolor que estará padeciendo, que supongo que será más o menos el mismo que sufren las miles de personas infectadas que dejó desperdigadas y sin recursos por tierras africanas. Lo siento por todos, también por el personal sanitario español voluntario de ONGs, contagiados en ese África u otros países del mundo, y que no son repatriados.
Al término de este informe, se ha hecho pública la noticia, que este buen misionero ha fallecido. Lo siento, pero lo escrito, escrito queda.
En este caso, los esfuerzos no sirvieron de nada. El fin no justificó los medios.


Saludos, Miguel.

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