Hace apenas unos días escuché en la
radio unas estremecedoras declaraciones de unas mujeres que fueron rescatadas
de las mafias que, empleando la violencia, las obligaron a ejercer la
prostitución en nuestro país. Estos desgarradores relatos narrados por mujeres
que vivieron en propia carne esa abominable situación, me causó un enorme sentimiento
de asco y repulsa hacia la gentuza que se enriquece provocando dolor y miseria
en personas indefensas. Es por eso que de alguna forma, quiero participar en la
censura de este tema para revelar la conducta que provoca este repugnante comercio
humano.
Para empezar mi exposición, he de decir
que el tráfico de mujeres es un importante problema social, debido esencialmente
a la violencia que estas mujeres sufren, casi siempre fuera de sus países de
origen, y que se ha convertido en un negocio que genera una enorme cantidad de
dinero para los traficantes de personas, que está adquiriendo dimensiones
verdaderamente alarmantes, ya que según he leído, el comercio de la
prostitución mueve en España alrededor de 5.000
millones de euros, y porque en la mayoría de los casos, estas mujeres son forzadas
mediante el engaño y la violencia, a trabajar en actividades casi nunca
deseadas como la prostitución y tratadas como simples productos de consumo,
puesto que la trata de mujeres afecta esencialmente a los derechos humanos de
las personas que soportan el secuestro, la violación de su dignidad, de su
integridad personal, de su libertad y su derecho a la vida.
Parece incompresible que en el siglo que
vivimos, estas mafias puedan seguir engañando a tantas mujeres y con la misma
historia, pero parece cierto que el tráfico de personas es por hoy una clara
evidencia de la existencia de los nuevos comportamientos que emplea esta
gentuza para despojar a miles de mujeres de sus derechos fundamentales. Los
traficantes conocen el método “legal” para introducir su producto humano en los
países consumidores del género y por igual, a hombres, mujeres y niños como
simple mercancía humana. Los maltratan y los explotan sexual y económicamente,
pero el problema no es nuevo, sus raíces debemos buscarlas en países donde
impera la miseria, y en la ignorancia de la trama que las utiliza, además de
las conductas sociales y culturales históricas que provocan el incesante
empobrecimiento de la sociedad.
Como conclusión indicaré que este
pequeño resumen sobre un tema tan actual como delicado, debe ser calificado como
un mínimo gesto con el cual pretendo expresar mi rechazo absoluto hacia las
mafias que utilizan a la raza humana en su propio beneficio, y mi incondicional apoyo a todas las mujeres que
fueron o son víctimas inocentes que sin desearlo, les tocó vivir un verdadero
infierno cuando fueron secuestradas, vendidas, vejadas, violadas, prostituidas,
golpeadas y privadas de su libertad. ¡¡Va por ellas!!
Saludos, Miguel.
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