Después de 40 años de “demosgracias”, puedo decir que tanto
los partidos políticos que han mangoneado en el Gobierno, como en las
Autonomías o los Ayuntamientos, jamás han cumplido con sus promesas
electorales. Para ellos, los ciudadanos somos unos “pringaos” que solo servimos para votarles tantas veces nos lo
pidan, y para pagar los impuestos que necesitan para mantener todos los gobiernos
con toda su parafernalia: los autonómicos con sus respectivos presidentes y sus
correspondientes parlamentos, los ayuntamientos, las diputaciones y la “cueva de Alí-Babá” que han convertido
al senado para seguir aforados y eludir la justicia. Se ríen de nosotros como
si fuéramos gilipollas, y no les falta razón. Pues bueno, sigamos como si nada
de esto sucediera, sigamos pagando religiosamente nuestros impuestos para que
ellos continúen bien instalados y con los estómagos agradecidos. Tendremos lo que nos merecemos: más de lo mismo.
Los políticos de la casta, supuestamente
se han “asociado” para turnarse en el
poder. Esta gente pertenece a una calaña de individuos que solo aspiran a “pastar” de los presupuestos del Estado.
Veremos que pasarán de puntillas sobre
el sistema financiero, la justicia, la educación y la religión; no moverán un
solo dedo para reformar la constitución, tan solo se dedicarán a llenar sus
bolsillos y seguir engañando a los españoles como han hecho siempre.
La prueba de lo que digo la encontramos
en el incumplimiento constante de sus promesas electorales. Todos sabemos la
tendencia que tienen nuestros políticos a incumplir sus promesas. Esto es una
queja realista basada en la experiencia,
solo tenemos que recordar las promesas incumplidas de Rajoy; todas sus promesas,
sobre todo las sociales, fueron contrarias a las que prometió, puesto que todas
las decisiones que tomó tenían unas alternativas que no quiso incluir. Por esto pienso que Rajoy engañó alevosamente
a sus electores porque sabía de antemano que no tenía la menor intención de
cumplir ninguna de ellas. El programa que nos vendió el Pp. fue y sigue siendo,
una gran tomadura de pelo puesto que sabía que no sería capaz de bajar los
impuestos mientras la deuda y el déficit subían imparables, ni tampoco sería
capaz de crear empleo cuando al mismo tiempo, destruía el tejido económico
productivo con el propósito de salvar al financiero.
Creo que debería existir una comisión
que vigilara los incumplimientos de las promesas electorales, puesto que todos
votamos por un programa electoral determinado, da igual el que sea. Si éste no
se cumple, significa que han quebrantado su promesa, por lo tanto quedarían
automáticamente descalificados para continuar gobernando. Si faltaran a su
palabra no solo perderían credibilidad, como le sucede a Rajoy, también
perjudican a su partido, cuestión ésta que se debería tratar judicialmente como
un fraude electoral, de no ser así estaremos alimentando la corrupción y
dañando la democracia. No deberíamos consentir semejante ofensa. Los programas electorales deberían contener
una serie de principios básicos: austeridad, reducción del gasto público,
eliminación de duplicidades, incrementar el control del fraude fiscal, y si
además dispusieran que harían encerrar a los corruptos obligándoles a devolver
todo lo escamoteado al Estado, que los
accionistas del IBEX 35 y demás banqueros contribuyeran con sus ganancias en
aumentar las vacías cajas de la Hacienda Pública, abría dinero de sobra para
devolver la confianza a los españoles que con tanto ahínco han maltratado con
sus decisiones arbitrarias, de lo contrario seguiremos puteados como siempre.
Pienso que Rajoy y su comparsa, se han
instalado en la mentira como método de gobierno, que solo merece el rechazo de
sus votantes y el desprecio de todos los españoles. Amén.
Saludos, Miguel.
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