Desde que clausuraron los viejos vertederos
municipales a cielo abierto, y se construyeron con dinero público los primeros
centros de recogida de residuos urbanos con planta de reciclaje, saltaron a la
palestra empresas que advirtieron que el negocio del reciclaje prometía ser un
enorme potencial económico con mínima inversión y escaso riesgo, y se lanzaron
en tromba para hacerse con el político de turno con quien repartir parte de la
tarta. (Me
viene a la memoria que al parecer, una empresa “donó” 200.000 euros al Pp. de la Cospedal en CLM por quedarse
con el monopolio de la basura toledana). Esto nos da a
entender los grandiosos beneficios que la basura puede generar.
Gracias a la “transparencia” que
disfrutamos en España, se ignora por ejemplo, la cantidad de toneladas de
embases que se reciclan en nuestro país, (botellas
de agua, latas de refrescos o cerveza, sean éstas de plástico o aluminio),
¿a qué viene tanto secretismo? En
ningún lugar de la red he podido encontrar datos reales sobre las toneladas que
llegan a las plantas de clasificación ni cuantas son aptas para el reciclaje, en
cambio las empresas que manejan el servicio de recogida, que además dicen que
actúan “sin ánimo de lucro”, reciben
por su trabajo cifras millonarias. Sin
embargo somos los ciudadanos quienes nos molestamos en separar los residuos
sólidos, los embases, el papel, el vidrio, recoger el aceite que hemos
utilizado, llevar nuestras bolsas al contenedor adecuado, y además no cobramos
nada por ello, al contrario: Pagamos el impuesto correspondiente al comprar el
producto embasado. Con nuestros impuestos pagamos la infraestructura para la
gestión de residuos, incluidas las incineradoras y los vertederos, mas la correspondiente
tasa de basuras, y por si no fuese suficiente, volvemos a pagar de nuevo cuando
compramos el embase fabricado con el material reciclado gracias a nuestro
trabajo. Con lo sencillo que era antes, cuando recuperábamos el coste del
embase al devolverlo. Al menos pagábamos sólo el contenido, como debería ser
pero claro, eso no genera beneficios al oportunista ni al político de turno.
Personas que conozco personalmente y que
han trabajado en uno de esos centros me aseguran, que cuando las plantas están
saturadas, cosa que sucede con alguna frecuencia, los contenedores vierten su
contenido directamente en el vertedero, y esto tiene su respuesta: Resulta que las subvenciones para el
tratamiento de residuos se conceden cuando la recogida de los residuos es
selectiva, con contenedores y camiones separados para los diferentes
materiales, pero no añade que el tratamiento final deba realizarse por
separado. O sea, que la planta cobra
lo mismo si la recogida es o no reciclada. Por lo tanto, para ahorrar
costes y ganar dinero, se tira todo al vertedero y sin tratamiento porque sale
más barato. No sucede lo mismo con el papel, el vidrio, las latas de aluminio y
otros metales de los que se obtienen excelentes beneficios.
Recientemente estamos viendo que gran
parte de lo que reciclamos con nuestro esfuerzo y que acaba en plantas
privatizadas está siendo incendiado, como sucedió este verano con las ruedas en
CLM. ¿Quién
se beneficia de esto? Desde el año 2.014,
hasta hoy, ha habido más de 50 casos
en el país, y muchos nos preguntamos. ¿Estará esto relacionado con los incendios
forestales provocados, o quizás estemos ante otro caso más de corrupción
programada? ¿Cuáles son las verdaderas causas que hay detrás, cobrar
subvenciones, estafar a las aseguradoras, hacer daño, o todo a un tiempo?
Creo que la justicia tendrá que ponerse
a investigar, si es que aún no lo ha hecho. No obstante opino que debemos
seguir reciclando porque aunque hagamos ricos a unos cuantos sinvergüenzas con
nuestro esfuerzo, algo contribuiremos a la mejora del medio ambiente en el planeta. Aunque
me malicio que al final pasará lo de siempre: cuando los beneficios se
privatizan las pérdidas se socializan.
Saludos, Miguel.
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