Según
cuenta la historia, en la península ibérica desde hace siglos han sucedido
muchos cambios étnicos empezando por la invasión de los romanos, los
musulmanes, la reconquista, la inquisición… etc., etc. Todo unido pudo
determinar la división de los feudos políticos que de alguna manera continuó
hasta no hace demasiado tiempo. El resultado según mi entender, fue que entre
unas cosas y otras, a España le resultó más difícil que a cualquier otro país
superar la Edad Media.
Como
consecuencia de lo anterior, sufrimos ahora el tema del separatismo catalán y
vasco porque el gobierno de M.
Rajoy, con su nefasta política, está contribuyendo a fomentar la desunión en
ambas regiones. Aunque dicen lo contrario, los catalanes tienen lo que quieren,
y los vascos están a la espera del resultado catalán para pasar al ataque con
toda su artillería política dispuesta. A todo ello ayudan los partidos
políticos mayoritarios que no quieren perder protagonismo y evitar
enfrentamientos. Al final, ojalá me equivoque, entre todos y debido a su
natural incompetencia, lograrán dividir el país porque ninguno tiene redaños
para cortar de raíz los procesos nacionalistas. Y no solo los partidos
políticos están a la altura de los acontecimientos, también, cómo no, la
Iglesia Católica no quiere perder su privilegiada posición, y para que no les
pille a “contra pie”, los obispos catalanes ya han solicitado al Vaticano la
creación de una Conferencia Episcopal propia, independiente de la española. ¡¡Manda
guevos!!
Por
lo que sabemos, el separatismo en España está estimulado desde los mismos gobiernos
regionales y por los partidos mayoritarios que además de pactar con los
nacionalistas vascos y catalanes, les permitieron todo tipo de abusos,
suministrándoles abundante cantidad de dinero y consintiendo el independentismo
cultural, lingüístico y educativo, puesto que todas las comunidades con ideas
separatistas se benefician de idioma propio, de un permisible adoctrinamiento
desde las escuelas y de un conjunto de leyes que conducen sin prisa pero sin
pausa hacia una interesada división de poderes.
Y
hay más, los partidos políticos con interés partidista y pocos escrúpulos,
fomentan y estimulan las diferencias económicas y la insolidaridad entre las
regiones. Hasta en Andalucía, cuna del tipismo y la imagen española, está
creciendo el fenómeno independentista detectado en algunas escuelas públicas
politizadas, y lo mismo sucede en la comunidad Valenciana, Baleares y Galicia.
Parece como si un Poder oculto hubiera trazado un maquiavélico plan para
dividir el país. Pudiera ser que alguien desde algún lugar debe pensar que es
más fácil dominar muchas regiones que una nación. Ese alguien deberá pensar que
una España fragmentada tal vez sería más dócil y manejable. “Divide y vencerás”.
Soy
de los que opinan que para evitar una posible ruptura de la nación hay una
receta bien sencilla llamada “Democracia”.
Cuando los ciudadanos se den cuenta que la democracia no es solo votar cada
cierto tiempo, sino vigilar y controlar a los gobernantes para que no se
desmadren, que tengamos unas instituciones limpias y una justicia sin injerencias
políticas, seguiríamos avanzando hacia el verdadero progreso.
Alguien
se preguntará, pero esto… ¿quién lo
arregla? Pues yo diría que es obligación del pueblo español que al fin y a
la postre es quien paga, el que vota, el que teme y quien calla. ¿Hasta cuándo? Me malicio que hasta que
ejerzamos de una vez por todas de nuestro derecho a decidir por nosotros mismos
sin interferencias políticas interesadas.
Eso
amigos míos, es la auténtica Democracia.
Saludos,
Miguel.
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