viernes, 3 de agosto de 2018

UN OCUPA EN LA MONCLOA



Fue necesaria una moción de censura para echar de la Moncloa al supuesto jefe de la mafia genovesa. Estoy seguro que era inevitable y preciso por el daño que había causado en las instituciones y en la moral de los ciudadanos. No obstante, el hipotético triunfo del partido socialista, a mi entender, cogió desprevenido a Pedro Sánchez que jamás pensó ganar la moción, que se debió más bien a una conjunción de imprevistos, ambiciones y supuestos que, como hemos podido ver posteriormente, no se han vuelto a repetir. La cuestión es que ha conseguido un gobierno que por ahora goza del beneficio de la duda y la esperanza de muchos españoles, y cuyo resultado veremos a corto plazo. Estaremos atentos a los acontecimientos.
El asunto principal es que el cabecilla de la banda genovesa se marchó por la puerta de atrás y el partido que dirigía, supuestamente renovado está renqueante tratando de encontrar un lugar en el espacio político donde estar más o menos cómodos, tratando de arrinconar a sus colegas competidores en teoría, y esperando que se desarrollen los acontecimientos que ellos mismos tratarán de estimular.
En los temas políticos no debe ser demasiado difícil introducir con sutileza falsas apariencias, digo esto porque el Pp., una vez recompuesto teóricamente, parece continuar con la misma política de siempre, aunque algo más escorado a la derecha. No escarmientan de sus errores porque lo llevan en los genes y no pueden cambiar de la noche a la mañana. Más de la mitad de los ciudadanos españoles creemos que este partido debería estar ilegalizado. Existen numerosos motivos para opinar de esta forma, por ejemplo: Siete años fueron suficientes para saquear las arcas del Estado, extorsionar a la clase media, arruinar al pequeño empresario y desmantelar el régimen de protección social. Utilizaron las instituciones del Estado para intentar ocultar sus actividades delictivas y para acosar y extorsionar a sus rivales políticos, consiguiendo que España fuese un lodazal de corrupción, postrando en la peor de las miserias a todas las instituciones y a sus representantes, desde el sistema empresarial nacional, a los medios de comunicación, incluyendo a la justicia. Vaciaron sin pudor la hucha de las pensiones, han quebrantado la ley del empleo, han amnistiado a sus delincuentes financieros, prostituyeron la RTVE, han convertido algunas universidades públicas en casas de compra-venta de titulaciones académicas, han robado, recortado, censurado, mentido y manipulado más de lo que un país medianamente democrático debiera haber soportado. Arruinaron al 12% de la clase media y empobrecieron al 80% de los ciudadanos, han ocasionado que más de 13 millones de españoles vivan por debajo del umbral de la pobreza, y consiguieron que España fuese calificada como el primer país de Europa en desigualdad social y el último en credibilidad.
¿Son suficientes motivos para ilegalizar al partido político más corrupto de la historia de España?

Saludos, Miguel.

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