Fue
necesaria una moción de censura para echar de la Moncloa al supuesto jefe de la
mafia genovesa. Estoy seguro que era inevitable y preciso por el daño que había
causado en las instituciones y en la moral de los ciudadanos. No obstante, el
hipotético triunfo del partido socialista, a mi entender, cogió desprevenido a
Pedro Sánchez que jamás pensó ganar la moción, que se debió más bien a una
conjunción de imprevistos, ambiciones y supuestos que, como hemos podido ver
posteriormente, no se han vuelto a repetir. La cuestión es que ha conseguido un
gobierno que por ahora goza del beneficio de la duda y la esperanza de muchos españoles,
y cuyo resultado veremos a corto plazo. Estaremos atentos a los acontecimientos.
El
asunto principal es que el cabecilla de la banda genovesa se marchó por la
puerta de atrás y el partido que dirigía, supuestamente renovado está
renqueante tratando de encontrar un lugar en el espacio político donde estar
más o menos cómodos, tratando de arrinconar a sus colegas competidores en teoría,
y esperando que se desarrollen los acontecimientos que ellos mismos tratarán de
estimular.
En
los temas políticos no debe ser demasiado difícil introducir con sutileza
falsas apariencias, digo esto porque el Pp.,
una vez recompuesto teóricamente, parece continuar con la misma política de
siempre, aunque algo más escorado a la derecha. No escarmientan de sus errores porque
lo llevan en los genes y no pueden cambiar de la noche a la mañana. Más de la
mitad de los ciudadanos españoles creemos que este partido debería estar
ilegalizado. Existen numerosos motivos para opinar de esta forma, por ejemplo: Siete
años fueron suficientes para saquear las arcas del Estado, extorsionar a la
clase media, arruinar al pequeño empresario y desmantelar el régimen de
protección social. Utilizaron las instituciones del Estado para intentar ocultar
sus actividades delictivas y para acosar y extorsionar a sus rivales políticos,
consiguiendo que España fuese un lodazal de corrupción, postrando en la peor de
las miserias a todas las instituciones y a sus representantes, desde el sistema
empresarial nacional, a los medios de comunicación, incluyendo a la justicia.
Vaciaron sin pudor la hucha de las pensiones, han quebrantado la ley del
empleo, han amnistiado a sus delincuentes financieros, prostituyeron la RTVE,
han convertido algunas universidades públicas en casas de compra-venta de
titulaciones académicas, han robado, recortado, censurado, mentido y manipulado
más de lo que un país medianamente democrático debiera haber soportado.
Arruinaron al 12% de la clase media
y empobrecieron al 80% de los ciudadanos,
han ocasionado que más de 13 millones
de españoles vivan por debajo del umbral de la pobreza, y consiguieron que
España fuese calificada como el primer país de Europa en desigualdad social y
el último en credibilidad.
¿Son
suficientes motivos para ilegalizar al partido político más corrupto de la
historia de España?
Saludos,
Miguel.
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