jueves, 14 de febrero de 2013

TRATANTES DE SALUD



         Entre muchas más cosas, me preocupa el imparable aumento de los medicamentos que, en algunos casos han sufrido un incremento del cuatrocientos por cien, y aquí nadie hace ni dice nada, ni siquiera el Ministerio de Sanidad pone remedio para intentar frenar esta subida. Intentaré explicar el motivo de esta situación.
La mayoría de los ciudadanos creíamos hasta que comenzaron los recortes en la Sanidad Pública, que nuestra salud estaba en buenas manos. Sin embargo, esta nueva especie de “inquisición sanitaria” no permite que nadie saque a la luz los turbios negocios que se esconden detrás de los muros infranqueables de la industria farmacéutica. He sabido que poderosas industrias farmacéuticas manipulan genes, comercia con órganos, nos imponen vacunas desde la infancia y mientras esto ocurre, los costos de los medicamentos se multiplican y la industria se enriquece a costa de nuestra salud.
Nos las dan por todos lados con el visto bueno, cómo no, de nuestros políticos que temen enfrentarse a esta poderosa mafia. Por lo que he podido saber, los grandes laboratorios se inventan enfermedades para crear nuevos mercados y convertir en pacientes a ciudadanos sanos. Se manipulan los ensayos clínicos a favor de los laboratorios, se vence la voluntad de muchos médicos mediante “promociones”, se espía a las personas a través de las recetas médicas o con la implantación de radiofrecuencias en los envases. Para esta industria es antes el negocio que las personas, estamos hablando del producto más rentable del planeta, ya que en la actualidad, el mercado farmacéutico mueve por si solo muchos millones de euros. Para hacernos  una idea, por cada euro que invierte en la elaboración de un medicamento, obtienen mil en el mercado.
Como defensa de sus intereses, la explotación farmacéutica se escuda en unos estudios que señalan que, a raíz del copago, el mercado se ha “desplomado”, y las ganancias se han reducido considerablemente. Por este motivo, esta industria, viendo la dificultad de su gestión, ha encontrado una alternativa para mantener a flote el negocio. Es por eso que está fijando un doble precio en algunos medicamentos, en función si estos cuentan con financiación pública o no, lo que hace que el precio final para nosotros, como poco, pueda duplicarse. Incluso en algunos casos, el coste para el paciente ha aumentado más de cuatrocientos por cien. Casualmente los que han subido los precios, son medicamentos que el Ministerio de Sanidad desfinanció el mes de septiembre del año pasado.
La competencia en el comercio de los medicamentos no funciona porque no existe, y los grandes grupos farmacéuticos recurren a cualquier juego sucio para impedir que lleguen al mercado medicinas tanto o más eficaces; lanzan campañas engañosas sobre los fármacos conocidos como “genéricos” para asustar a los pacientes, y los descalifican porque son mucho más baratos. Ante esto debemos saber que los genéricos son idénticos en cuanto a los principales principios activos, y conservan la misma seguridad y eficacia.
He encontrado unas declaraciones del Premio Nobel de Medicina, Richard J. Roberts, que no tienen desperdicio. Este señor denuncia que “…la industria farmacéutica bloquea las medicinas que curan, impidiendo su distribución, porque no son rentables. En cambio la misma, se esfuerza en desarrollar los medicamentos crónicos porque son consumidos en cadena.” A continuación añade, que “…los fármacos que podrían curar del todo una enfermedad, no son investigados por su baja rentabilidad.”
La cuestión es que estamos en manos de un poder intocable que experimenta no solo con animales. Los humanos también somos cobayas envueltos en una nube impalpable que nos impide ver más allá de donde ellos quieren que veamos.
Decía Platón: “Yo declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.”
Pues eso.
Saludos, Miguel.

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