lunes, 9 de septiembre de 2013

¿QUIEN QUEMA EL MONTE?



Somos muchos los ciudadanos que amamos la naturaleza y nos entristece ver las imágenes de nuestro monte en llamas. Este año han sido demasiado frecuentes los incendios en España, principalmente en Castilla La Mancha donde las lluvias primaverales hicieron crecer la hierba, y este verano en el monte había demasiado combustible seco que debía haberse eliminado en la campaña de prevención invierno-primavera. La Junta de Comunidades de CLM, como siempre, elude su responsabilidad achacando que fueron provocados por “negligencia humana”, pero lo cierto es que el pasado invierno, debido a los recortes en el presupuesto, no se realizó ningún trabajo preventivo en esta Comunidad, y si se hizo alguno en alguna zona puntual, no fue suficiente.
Como ejemplo puedo decir, que en el año 2.010, el presupuesto de la Junta para la campaña de prevención de incendios forestales alcanzó la cifra de 118 millones de euros, y tres años después, en vez de incrementar esta cantidad, los recortes redujeron ese importe a 69’4 millones, que si lo comparamos con una provincia más pequeña como lo es Madrid, que dispone de 110 millones, vemos que la diferencia que nos corresponde por superficie forestal es ridícula. Si a esto añadimos que este año se ocupan de la vigilancia de los montes de la Comunidad 530 agentes forestales frente a más de 700 que hubo el año pasado, podemos observar que la falta de medios, pese a lo que quieran decirnos los políticos de turno, son causa y efecto de los recortes presupuestarios, por lo tanto no puede extrañar a nadie que los pirómanos acampen a sus anchas por los campos y montes castellano-manchegos ahora que están sin apenas vigilancia. Tampoco debemos olvidar que los incendios forestales los pagamos todos los ciudadanos, y conste que en lo que llevamos de año, el 90% de los incendios forestales investigados, tienen que ver directamente con la mano del hombre. El único incendio provocado por una máquina fue el de Almorox en Toledo, los demás, según los expertos de la Guardia Civil, fueron claramente intencionados.
Esto nos lleva a la eterna asignatura pendiente: el endurecimiento de las condenas por estos delitos. ¿Por qué todos los gobiernos hablan de ello y ninguno se atreve a modificar para siempre esta Ley? Aparte de esto, los cargos políticos parecen ignorar que un incendio debe atajarse en los primeros momentos, cuanto más se tarde en actuar, mayor será la probabilidad de que adquiera potencia y se descontrole.
Esto fue lo que sucedió el día 25 de julio en el término valenciano de Ayora, en el límite de Castilla La Mancha con la Comunidad Valenciana. Según he podido saber, ese día, en el momento que se difundió el aviso del incendio provocado por una máquina cosechadora, una dotación de bomberos de la provincia de Albacete, se desplazó hasta la cercana localidad Valenciana que distaba a escasos 15 minutos de su base. A partir de ese momento comenzó el conflicto de intereses políticos. El responsable del control de incendios valenciano acusó a CLM de impedir la entrada se los bomberos a esa Comunidad, sin embargo el alcalde de Almansa y del Servicio Provincial de Extinción de Incendios, (SEPEI) de Albacete, asegura que fue el “Mando Único” valenciano el que ordenó que regresaran a sus bases cuando el incendio apenas era un conato. La Junta de CLM por su parte afirma que no podía actuar hasta que la Comunidad Valenciana aceptara su ofrecimiento. La cuestión terminó con la evacuación de un centenar de niños que pasaban sus vacaciones en una granja escuela próxima a la zona y la Comunidad Valenciana consintió la entrada de 3 retenes de las bases de Almansa y Alpera; 2 hidroaviones y 1 unidad móvil de meteorología y transmisiones de la base aérea de Albacete, cuando no pudieron controlar un incendio que duró varios días y acabó con 659 hectáreas de monte. En casos delirantes como este, nadie con sentido común pude entender que las fronteras autonómicas sean utilizadas, entre otras, como argumento para evitar la propagación de incendio.
Otra prueba que denuncia graves desbarajustes presupuestarios, la tenemos en el incendio supuestamente intencionado de Tortueno, al norte de la provincia de Guadalajara donde ardieron 1.300 hectáreas. Este incendio se podía haber apagado con rapidez de haber habido algún responsable técnico que se hubiese hecho cargo del control del mismo. En esta ocasión los medios aéreos llegaron puntualmente, sin embargo no había nadie para dirigirlos desde tierra, y cuando llegaron una hora más tarde, el incendio había adquirido unas proporciones más allá de lo razonable.
Estos ejemplos demuestran una vez más una pésima gestión y peor coordinación en los primeros momentos del incendio, debido como no podía ser de otra forma, a los recortes en políticas preventivas que afectan seriamente a los cambios y disminución en la gestión del operativo, que este año ha terminado hasta hoy sólo en Castilla La Mancha, con 8.500 hectáreas de monte incluidas su vegetación, su fauna e infraestructuras.
Saludos, Miguel.

                                           

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