lunes, 11 de noviembre de 2013

LO QUE EL RÍO UNE LA POLÍTICA SEPARA


La utilización del agua de los ríos es de suma importancia para nuestra sociedad. La industria, la agricultura y cada uno de nosotros necesitan el agua, como también la necesitarán mañana nuestros nietos y las generaciones futuras.
Hoy voy escribir sobre un río que gracias a los políticos, en vez de unir regiones, con sus injustas decisiones las distancian.
Para empezar quiero recordar que el río Júcar nace en Castilla La Mancha, en la serranía conquense. Atraviesa una gran extensión de tierra fértil entre las comarcas de Cuenca y Albacete llamada “La Manchuela” y cruza parte de la provincia de  Albacete antes de entrar en la Comunidad Valenciana. No obstante, para hablar con propiedad del agua en Castilla La Mancha, no debemos olvidar al río Tajo, que siendo el más largo de la península transcurre por un cauce sinuoso, casi seco y contaminado que pierde la mayor parte del agua desde su misma cabecera, gracias a una obra faraónica que desvía su agua hacia otro cauce y en otra vertiente, la del río Segura. El trasvase Tajo-Segura es la interminable historia de un despropósito que ha arrastrado graves consecuencias para la población castellano-manchega y en especial para los municipios rivereños de la cuenca del Tajo. Esta desproporcionada construcción, fue posible como una consecuencia política de fuerza y hechos consumados, donde los municipios afectados apenas contaron con la oposición ciudadana por estar sometidos a un implacable régimen de dictadura. Desde su puesta en funcionamiento en el año 1.979, Castilla La Mancha ha experimentado las graves consecuencias del mayor desatino político de la historia de la Comunidad.
La gestión del agua en esta comarca, tanto del río Júcar como del trasvase Tajo-Segura, está articulada por una política partidista que beneficia a unos intereses situados fuera de la región, y que realmente son quienes controlan las reglas del juego. Esta situación no hubiera sido posible sin la colaboración concreta de políticas arbitrarias, sujetas a leyes injustas durante más de treinta años. En el caso que nos preocupa, nuestra presidenta, la señora “de” Cospedal García, no ha movido ni un solo dedo en defensa de los intereses de la Comunidad que supuestamente representa. Al contrario. Ha dado facilidades a sus camaradas levantinos y murcianos, en contra de su propia región. Aquí no se trata de enfrentarse a nuestros vecinos; es cuestión de justicia. No pueden forzarnos a pasar sed por decreto cuando tenemos agua en abundancia al otro lado de la calle, como tampoco pretendemos que  nuestros vecinos tengan que agradecernos cada gota de agua que les enviamos. Tan solo queremos que nos garanticen el abastecimiento del agua a la ciudad de Albacete, sin tener que pagar a la Generalitat Valenciana unas cantidades abusivas por el agua que nace en nuestra tierra. El abastecimiento humano debe quedar por delante de los intereses partidistas del Pp. En la actual Ley de Aguas, los políticos han establecido que Albacete capital tendrá que pagar vía canon y/o tarifas, por el agua superficial que utiliza para su propio consumo en tiempos de sequía, creando así un auténtico despropósito, puesto que las economías familiares ya están suficientemente explotadas,  teniendo más derecho a este agua que los regantes valencianos, los campos de golf levantinos y murcianos o las centrales eléctricas de Iberdrola.
Si nuestros políticos, como han demostrado abiertamente, no son capaces de superar esta situación con verdadera visión de Estado, debemos buscar una verdadera solución pacífica sin movilizar al pueblo con palabrerío demagogo, ni culpar al vecino, ni sacando a relucir pasiones regionales. Se debe buscar una solución con prioridades; consumo humano, industria, agricultura, y si aún queda agua, para los campos de golf. El procedimiento sería sentarse y razonar hasta conseguir un gran consenso entre todos: políticos, sociedad y técnicos. Jamás por decreto como nos impone el gobierno.
Mientras esto llegue, esperaremos prudentemente que llegue el día que un gobernante realmente preocupado por los intereses de la Comunidad Manchega, defienda con tesón el agua de nuestras fuentes, lo mismo que hacen otras autonomías. Es una cuestión de principios fundamental.
Desde que en Castilla La Mancha gobierna la señora “de” Cospedal García, no nos bañamos con el agua del Júcar; nos bañamos con el agua de nuestras propias lágrimas.


Saludos de un sediento Miguel.

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