Sinceramente debo confesar que pequé de
ingenuo al creer que en el “Caso del
Prestige” el juez aplicaría la Ley con absoluto rigor, como la mayoría de
los españoles esperábamos pero de nuevo la justicia ha preferido caminar de la
mano de la política dictada por el gobierno del Pp.
Para millones de españoles, la sentencia
es decepcionante, injusta y lamentable. ¿Qué podemos esperar de un juez que sólo
obedece la voz de su amo? (Las malas lenguas
dicen que, como recompensa, le han ofrecido un puesto mejor).
Esto demuestra una vez más la complicidad de los jueces con el gobierno, y que
el “señor
de los hilillos” ha maniobrado en su propia tierra para salvar su “prestig-io”
y el de su partido, y nos enseña que la justicia en España, es ciega, sorda
y solo garantiza la inmunidad absoluta del Pp.
Mientras
los jueces obedezcan los dictados del Gobierno, en España nunca tendremos
justicia. Los ciudadanos sentimos vergüenza y rabia, mucha
rabia y asco de gobiernos injustos como este que por desgracia padecemos. ¿Cuándo
acabará esta tiranía?
Después de once años, el Gobierno ha utilizado una vez más al
Capitán Mangouras como “chivo
expiatorio”, al parecer es el único responsable de aquella catástrofe, y
como sucede siempre, no hay responsables políticos. Aquí tengo que decir que esta
sentencia, además de injusta es indignante, y lo digo con firmeza; porque quien
esto escribe, siguió paso a paso la azarosa odisea del Prestige desde el mismo
lugar que sucedió. Dos meses en las playas de Fisterra colaborando en la
recogida del maldito “chapapote” avalan
mis palabras. Parece mentira que la mayor catástrofe ecológica ocurrida en
Europa haya quedado impune.
Quienes estuvimos allí jamás olvidaremos
el horrible manto negro que cubría las playas, el impacto emocional que suponía
presenciar día tras día el espectáculo de aquella terrible tragedia ecológica.
Tocarlo, olerlo, su textura… es imposible explicarlo con palabras. Tenía que
apretar los dientes con rabia, con mucha rabia, contener las lágrimas de
impotencia además de tragarme el sentimiento de angustia que provoca la
sensación de abandono de las autoridades. Galicia aún sigue abandonada. Con
este veredicto hemos visto hasta dónde puede llegar un partido político y sus
secuaces para intentar salvar su “prestig-io”. Por desgracia en este país, ningún político tiene suficiente
honradez y redaños para asumir sus propios errores.
Según se leía por entonces en la prensa
local, el Prestige no se hundió por viejo. Se hundió porque, además de estar
seriamente averiado, fue arrastrado durante siete días a través de un mar
embravecido por cuatro remolcadores: el “Costa
de Vigo”, el “Ibaizábal I” y el “Charruca Silveira”. El “Sertosa32”
fue el último en llegar. A estos remolcadores se les uniría como escolta la
fragata “Baleares”.
En este caso, llama poderosamente la
atención que no haya ni un solo responsable personal o político. Perdonen que discuta
este veredicto, verán:
-. Cuando el Presidente de la Xunta de Galicia, el ya fallecido señor Fraga fue
informado de la avería del Prestige, se desentendió del asunto con… “enorme disgusto”, y se lo endilgó al
Ministro de Fomento. Y todo porque a pesar de su escasa movilidad se encontraba
de cacería por tierras toledanas.
-. Cuando el Ministro Álvarez Cascos fue
avisado del SOS emitido por el Prestige, pidió consejo al Director General de la Marina Mercante, José Luís López Sors. Éste
le aseguró que “… lo mejor sería mandar el barco al quinto pino”, y eso
fue lo que ordenó el señor Cascos.
-. Mientras el Prestige iba soltando
fuel de un lado para otro arrastrado por los remolcadores, el señor Cascos
disfrutaba de una jornada de caza mayor en el pirineo leridano acompañado por
el armador Fernández Tapias y el presidente del Corte Inglés, Isidoro Álvarez.
Pese a la gravedad de los acontecimientos que sucedían en Galicia, el ministro no interrumpió la cacería.
Y para descansar del esfuerzo, tres días después, celebró la desaparición del petrolero en el
fondo del mar, saboreando los placeres
de la vida en la Estación Invernal de Sierra Nevada.
-. El Ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, que pretendió bombardear
el barco con “napalm” para que
ardiera el petróleo, también se despreocupó del caso. Exactamente, los días 23 y 24 de noviembre, poco después del naufragio del Prestige, se
hallaba en el Parque Nacional de Doñana en compañía del Ministro del Interior, señor Acebes; la Ministra de Sanidad, Ana Pastor, y el marido de ésta que, ironías
de la vida, por entonces era el Director
General de Protección Civil de la Xunta de Galicia.
¡¡No había ningún alto mando
político en Galicia!!
Los ciudadanos gallegos
responsabilizaron al ministro Cascos de haber gestionado pésimamente el
desastre. Sin embargo, los auténticos responsables fueron sus consejeros: el ya
citado Director General de la Marina
Mercante, José Luís López Sors. El
Subdirector General de Contaminación Marítima, Manuel Nogueira. El Capitán Marítimo de A Coruña, Ángel del
Real, y el Director General de
Salvamento y Seguridad Marítima, Javier Garate. Todos vinculados al
gabinete del ministro Cascos.
Pensando
en esto me resulta difícil entender que nadie resulte responsable, como si
aquello nunca hubiera sucedido, porque según la sentencia, los únicos culpables
fueron el mar, el Capitán Mangouras, y el barco que era tan viejo como él. Ahora
resulta que el armador no es el responsable de su barco, ni el barco debía tener el seguro obligatorio de la todopoderosa
compañía Lloyd’s. En cualquier caso esto no ha terminado todavía porque los
expertos aseguran que en el vientre del podrido casco del petrolero aún quedan
alrededor de 35.000 toneladas de
fuel que cuando reviente, terminarán saliendo a la superficie. Mientras esto
suceda, los españolitos tendremos que pagar los 1.400 millones de euros que según dicen los entendidos costó el
desastre. Como siempre ocurre, el error de los políticos lo pagamos los
contribuyentes.
Ya va siendo hora para que los
ciudadanos abran los ojos y se den cuenta que este sistema no vale; que estos
políticos de tres al cuarto se han encargado de prostituirlo, y no existe
ningún tipo de justicia.
Seguimos siendo el hazmerreir del mundo
mundial.
Yo me pregunto, si sucediera otra
catástrofe como esta… ¿encontrarían
voluntarios?
Galicia
no se merece este desprecio.
Saludos de Miguel.
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