Día a día descubrimos que la hipocresía
de los miembros del Gobierno del Pp. crece como la mala hierba. Esto digo
porque el Ministro Gallardón, bautizado por el pueblo con el sobre-nombre de “El Torquemada del siglo XXI”, que al
tiempo que penaliza a las mujeres y defiende a las células embrionarias, premia con el indulto a ladrones y asesinos
siempre que sean adeptos al Opus o secuaces de su partido, como aquel suicida
valenciano que fue condenado a 13
años de prisión por causar la muerte a un joven de 25 años conduciendo bajo el efecto del alcohol en sentido contrario
de la marcha por una autovía. La cosa no queda ahí; ahora, el señorito
Gallardón ha perdonado 8 años de
cárcel a otro sujeto, condenado a 14
años de prisión por atropellar a propósito a dos personas. Este personaje tuvo
la paciencia de esperar en el interior de su coche a que sus víctimas salieran
del bar donde se hallaban para atropellarlas. No se conformó con eso: al ver
que una de sus víctimas aún se movía, regresó para volver a embestirla. Este
siniestro individuo, ¿se merece que Gallardón
le perdone 8 años de condena? Seguro que si estos fulanos en vez de amigos
o allegados al clan Pepero, hubieran sido mujeres embarazadas y sin recursos
que por circunstancias personales quisieran abortar les habrían caído todo el
peso de la Ley y se pudrirían en la cárcel.
Mujeres
condenadas por abortar, y hombres indultados por matar conduciendo borrachos. Esta
es la justicia idealista del ministro Gallardón que con esta Ley, aspira entrar
en las catedrales bajo palio.
Según esta doctrina, para ser merecedor
de un indulto solo se requiere tener carné del Pp. o militar a un extremo de la
derecha; de su derecha. Por mucho que se empeñen en negarlo, este Gobierno
pasará a la historia por mantener en sus filas a los personajes más deshonestos
de la democracia, porque es por todos conocido que para indultar a un condenado es necesario el informe faborable del Tribunal
Sentenciador y del Ministerio Fiscal, a propuesta del Ministro de Justicia y
previa deliberación del Consejo de Ministros. Si en este obligatorio
trámite intervienen tantos protagonistas, significa que todos obedecen a un
mismo lema, para que se entienda: que
todos maman de la misma teta.
Nadie, incluyendo al gobierno y a la
iglesia tiene derecho a decidir cuándo una mujer puede tener hijos y en qué
momento de su vida los debe tener. Esta decisión es íntima y personal, por lo
tanto los poderes públicos, que no
debemos olvidar que existen para solucionar nuestros problemas y no para
crearlos, están obligados por conciencia, a no interferir en esta dramática
decisión por el contrario, deben establecer las condiciones óptimas para ayudar
en tan difícil situación, poniendo al alcance de quien lo precise las
atenciones sanitarias necesarias, en vez de condenarlas al ostracismo con una
Ley denigrante.
Aunque parezca lo contrario, conste que
no estoy a favor del aborto, solo defiendo aquello que considero justo.
Decía Platón:
“Yo
declaro que la justicia no es otra cosa que la conveniencia del más fuerte.”
Un saludo de Miguel.
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