viernes, 15 de enero de 2016

NO ES LO MISMO



No puede ser igual ver en el Congreso de los Diputados a una parlamentaria alimentando orgullosa a su bebé en su regazo, que a un presunto delincuente con acta de diputado tratando de pasar desapercibido escondido detrás de una columna. Tampoco es lo mismo ver en el mismo lugar a un joven licenciado en ingeniería química, como nuevo diputado de Podemos, sin corbata y con rastas que a un representante del Pp. con chaqueta, corbata, pelo engominado, y procesado por corrupción. Me pregunto… quién chupará más de la teta, ¿el bebé de la diputada de Podemos, o algunos de los diputados del Pp. presentes en el acto?
Algunos amigos me preguntan qué podemos esperar de unos señores que al parecer iniciaron su andadura en un país como Venezuela. Como es lógico yo desconozco la respuesta, pero no creo que sean peores que aquellos que las hicieron aquí, en España… en academias franquistas. La única diferencia que podemos observar entre ambos a simple vista, puede ser en que unos pueden llevar el pelo recogido con rastas o coletas, y los otros con gomina, traje, corbata, y zapatos de marca italiana. Según dicen las malas lenguas, unos nos han robado cuanto han podido, y los otros aún no han tenido ocasión de hacerlo. ¿Habrá servido para algo colocar gente nueva en el parlamento? Es cuestión de tiempo.
Hay asuntos que en cualquier país medianamente civilizado pasarían completamente desapercibidos. En España no. Aquí no se habla de la llegada de políticos al Congreso en coches oficiales acompañados por sus secretarios y custodiados por unos guardaculos pagados por los contribuyentes, que entraban por la misma puerta por donde pasaban otros políticos que llegaban en bicicleta con su mochila a la espalda como único acompañante. Tampoco se habla de la cara de repugnancia que ponían muchas “personalidades” conocidas, al ver entrar al hemiciclo a los nuevos políticos, como nada se dice de los individuos que ocupaban la bancada azul, que están siendo investigados por asuntos relacionados con la corrupción, o sea; por llevarse parte de nuestros impuestos. De eso ningún medio de comunicación habla.
También resultó patético ver a los periodistas españoles más pendientes del bebé de Bescansa, que de los políticos imputados por presuntas corruptelas,  acomodados en sus escaños. De vergüenza. Claro que esto tampoco es ninguna novedad, puesto que ya estamos acostumbrados a nuestros medios de comunicación que, según las lenguas viperinas, son el legado más podrido del régimen corrupto que ha habido en nuestro país.
A propósito: ¿alguien entendió el mensaje que quiso transmitir la diputada de Podemos llevando su bebé al trabajo?

Saludos, Miguel.


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