miércoles, 10 de febrero de 2016

VIDA CONVENTUAL



En esta España, la corrupción se extiende como una gota de aceite en la solapa de un traje nuevo. Ya que estábamos acostumbrados a las supuestas corruptelas de políticos; parte de la familia real, de algunos funcionarios, etc., nos desayunamos con la noticia de que en algunos conventos de monjitas también suceden cosas algo… raras.
No se trata de nada nuevo.
Ya conocíamos la existencia de religiosos/as que según algunas publicaciones, robaban niños en hospitales, otros violan menores en colegios, y ahora nos enteramos que al parecer, secuestran novicias extranjeras que utilizaron durante años para servirse de ellas como mano de obra barata, y no creo que esto lo hicieran en nombre de ningún dios pero en todo caso y como es natural, lo niegan.
No hay que especificar, aunque debemos recordar, que los conventos, sobre todo los de clausura, se rigen con severas leyes internas que, al menos yo desconozco, pero deben ser como un pequeño estado dentro del propio Estado. La mayoría viven de la venta de los productos artesanales que ellas mismas elaboran; de las donaciones de católicos beatos, de aportaciones de la Iglesia y de las subvenciones del Gobierno, pero no cotizan ni un céntimo por sus ingresos ni por su patrimonio cuyo mantenimiento se paga con dinero público procedente de los presupuestos del Estado. No obstante, debido a la escasez de vocaciones y para mantener el padrón necesario para conservar “su” patrimonio, creo que cada convento debe acoger un mínimo de religiosas, sin juzgar su procedencia. He podido leer un antiguo Real Decreto fechado el 25 de Julio de 1.835 que entre otras cosas expone: “Los Monasterios y conventos que no tengan 12 individuos confesos, quedan desde luego suprimidos…”
En la España de la pos-guerra no era el caso, puesto que los conventos estaban atiborrados de chicas jóvenes, por lo general hijas de familias numerosas y pobres que no tenían otro medio de subsistencia, bueno sí tenían pero no estaba bien vista. Y una vez dentro eran sometidas a duras tareas en hospitales, colegios, cárceles, en la agricultura interna, o como estas, encerradas entre los fríos muros de un convento, alternando la oración con el trabajo.
Investigando casos sobre el tema que hoy me ocupa, he leído en un antiguo artículo de “El País” los abusos a que son sometidas algunas monjitas jóvenes por parte de sacerdotes de su misma congregación. Según este artículo he podido deducir, que la posición de la mujer en la iglesia, hace que una monja se vea a sí misma como un ser inferior, alguien que debe servir, obedecer y rezar. Por lo visto, una monja no puede rehusar al sacerdote que le exige favores sexuales. Al parecer, los curas son para ellas símbolo de autoridad y como tal deben ser obedecidos. Termina este artículo diciendo que la Santa Sede está tratando el tema con los obispos. No obstante, continúa diciendo que… “unas cuantas situaciones negativas no pueden entorpecer la fidelidad heroica de la gran mayoría de religiosas, religiosos, y sacerdotes”.
Por otra parte, la revista National Catholic Reporter, hace referencia a un importante número de monjitas católicas que fueron violadas por sacerdotes en al menos, 23 países.
En otra ocasión os hablaré sobre la curiosa arquitectura subterránea de algunos conventos de monjas de clausura, con túneles que casualmente se comunican con otros conventos cercanos… pero de frailes.
Sin comentarios.


Saludos, Miguel.

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