Hay temas que debido a su relevancia
social es necesario analizar con un mínimo de seriedad, ya que los medios de
comunicación de carácter nacional progresista, carecen de decisión para salir de
una vez por todas y sin tapujos, en
defensa de los derechos democráticos de la ciudadanía y escribir las cosas por
su nombre, en vez de enredar con la tolerancia económica en beneficio de su propio
interés. Dicho esto pasaré a opinar sobre los hechos que ocurrieron
inmediatamente después de la manifestación por la Dignidad del pasado sábado 22
de marzo.
Esta manifestación como tal tuvo un
carácter pacífico que no hacía presagiar la violencia que se desató después,
provocada por oscuros intereses y personajes que nada tenían que ver con las lógicas
demandas de los indignados participantes.
Investigando sobre el tema podemos
observar en las mismas circunstancias, extrañas maniobras que nunca antes habían
ocurrido, (al menos tan atrevidamente descaradas), donde el gobierno de Rajoy, “sabeusté”, parece estar siguiendo un
plan perfectamente definido para emplear como excusa y de esa forma, poder
desmantelar definitivamente los Derechos
Civiles, de lo contrario no se
explicaría su obsesión por hundir el país con tanta prisa.
Analicemos los hechos: Nadie puede pensar
que el Ministerio de Interior no tuviera noticias de que
casi cuatrocientos conocidos “ultras”
salieran en tren desde Galicia hacia Madrid con billetes de ida y vuelta, y que
se “infiltraran” entre los manifestantes, (donde también hay cientos de
policías camuflados). Estos radicales personajes (da igual del color que
sean), que llegaron con armas propias para la lucha callejera y un adiestramiento
específico de guerrilla urbana, al parecer cogieron a “contra pié” a la poderosa policía antidisturbios. Esto es cuando
menos difícil de digerir para cualquier persona con sentido común, sin embargo
los sindicatos policiales aseguran que… “las órdenes que recibieron fueron decretadas
siguiendo instrucciones políticas con el fin de salvaguardar la proyección mediática
del Gobierno, debido a una campaña política de limpieza de imagen ante los observadores
de la Oficina para las Instituciones Democráticas y los Derechos Humanos que
investigaban sobre el terreno si el Gobierno español respeta el Derecho de Manifestación
y Reunión”.
Ante estas declaraciones no es de
extrañar que detrás de estos supuestos “errores policiales” y sus posteriores
consecuencias, veamos la enrevesada mano del Partido en el Poder. Se trataba simplemente que los observadores
europeos salieran de España realmente convencidos. Debían ver que el
comportamiento de cerca de 1.800 policías
antidisturbios era consecuente; que los malos… malísimos, eran los
manifestantes, como así fue. Lo cierto
es que todos fueron víctimas de las turbias maniobras del PODER que tiene al
país bajo un estricto control de corte fascista. La deducción es sencilla aunque
para algunos sea enrevesada, sólo tenemos que sumar dos más dos. No obstante,
nada nos debería extrañar sabiendo que el Jefe de la policía bebe de la mano del
ministro del Interior, y este a su vez hace lo que le manda Rajoy. ¿No
resulta sospechoso que los propios policías denuncien que no les permitieron “trabajar”
con el material antidisturbios habitual, y que nadie fuese en su ayuda en los
momentos difíciles?
Viendo
lo visto, cada día estoy más convencido que la vileza de nuestros gobernantes
no tiene parangón. Son impresentables.
Saludos, Miguel.
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