Los
ciudadanos españoles nos sentimos indignados a la vez que avergonzados de los
políticos que hoy nos representan. Sobre todo la ministra de Sanidad que por imposición
tenemos que soportar. Esta señora no tiene desperdicio, es imbécil de nacimiento,
tanto es así que su propio jefe a tenido que hacerla callar y esconderla de los
medios de comunicación. ¡Mira que decir en rueda de prensa que se
enteró del estado de la enferma a través de los periódicos!
Ya no es por sus decisiones inapropiadas,
ni por su arrogancia miserable, tampoco por superar el estado actual de
corrupción. Nos avergonzamos por el bochornoso espectáculo que están dando ante
la sociedad mundial sobre la manera de enfrentarse a la crisis del ébola que
nos trajeron de África. Es lamentable oír que responsables políticos como el consejero de Sanidad de la Comunidad
madrileña atacando a la enfermera que colaboró en el cuidado de los curas que
sus socios trajeron desde Sierra Leona, y aún sigue en su poltrona. El lema del
Pp. consiste en culpar a los demás de sus propios errores.
Culpar a los demás, en el Pp. no es
ninguna novedad, desgraciadamente ha sucedido varias veces; que recuerde ya
sucedió en el naufragio del petrolero Prestige. El dispositivo mediático del partido
culpó al Capitán del barco, Apóstolos Mangouras, cuando los verdaderos
culpables fueron los que ordenaron arrastrar el petrolero mar adentro durante
seis días, estando la mar con olas de hasta 12 metros de altura. Repitieron cuando repatriaron los cadáveres de
los soldados fallecidos en el accidente de aviación cuando venían de regreso a
su país. El ministro Trillo, por aquello
de no perder tiempo, ordenó meter los restos de cadáveres en los ataúdes sin comprobar
a quién pertenecían. Volvieron a demostrar su “talante” acusador en el gravísimo
atentado terrorista islámico que hubo en Atocha. Todo el aparato del partido
intentó, sin convencer a nadie, culpar a la banda etarra. También lo volvió a
probar en el fatídico accidente ferroviario de Santiago, las acusaciones sólo
marcan al maquinista, cuando la vía debía estar señalizada con balizas de
frenado para este tipo de emergencias que hubieran parado el tren. Este
despropósito para ahorrarse la vergüenza que les supone quedar ante el mundo
mundial como lo que son: unos despreciables incompetentes, y escatimar
indemnizaciones para los accidentados.
Una vez más queda demostrado que
nuestros políticos, además de corruptos son unos canallas miserables que no son
capaces de ponerse a la altura que los españoles les deberíamos exigir frente a
un estado de crisis que afecta a la Nación, y no disimulan a la hora de culpar
de sus errores a personas inocentes. Esto
no es lo peor; lo que a los ciudadanos nos hace hervir la sangre es su
arrogante impunidad, la total ausencia de autocrítica, y su grosera obstinación.
Como es costumbre en este país, ningún
político tiene la honradez y redaños suficientes para asumir sus errores.
Para nuestra desgracia queda confirmado que los políticos de la casta son
capaces de batir su propio record; además de torpes son irresponsables,
incompetentes y unos desvergonzados farsantes. No escarmientan ni son capaces
de corregir sus acciones ante una tragedia. ¿De verdad creerán, que los
españoles somos idiotas?
Aún sigo pensando que los curas
misioneros, lamentablemente fallecidos por el virus del ébola, debieron ser
atendidos como corresponde a esta enfermedad pero allí en África, tal vez hoy
estarían vivos. Esto lo digo porque el portavoz de “Médicos sin Fronteras”
insiste que el protocolo de seguridad
que emplean en el Carlos III no es el adecuado, y la precariedad de las
instalaciones tampoco son las correctas. Según dicen, en los hospitales
africanos se vigila mejor el protocolo. Sin embargo, es elogiable la valentía
del personal sanitario que está haciendo un generoso esfuerzo aún sabiendo que
en cualquier descuido se juegan la vida, debido a un protocolo deficiente y
unos medios carentes de seguridad. Estos competentes doctores se merecen el
reconocimiento y gratitud de los españoles, en cambio nuestros políticos actúan
de la manera más irresponsable y ruin que podamos entender, además de cobardes son
unos seres despreciables por el hecho de acusar a la enfermera infectada de ser
la responsable de su propio contagio.
Mi más profundo y sincero respeto por
ella y por los profesionales que la cuidan.
Saludos, Miguel.
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