La cuestión política y judicial se está
poniendo peor que la prima de riesgo esa. Resulta que al juez Santiago Pedraz
por cumplir su obligación, y añadir a renglón seguido lo que piensa y habla
toda España respecto a la “decadencia
política”, los defensores de la
democracia, PP&PSOE y afines, dándose por aludidos, han mandado al
guardián del gallinero, el fiscal general, a investigar si el auto sobre los
organizadores de la manifestaciones del 25-S, es “estrictamente jurídico”. No tardaremos en oír frases difamatorias
contra su persona con el fin de desprestigiarlo como hicieron con Garzón. Por lo pronto los del sindicato
ultraderechista Manos Limpias, (hay
que joderse con el nombrecito), han salido a la “caza del Juez”, considerando que ha
incurrido en una falta grave por utilizar expresiones manifiestamente ofensivas.
No obstante el portavoz del gobierno, con la educación y responsabilidad que
corresponde a una persona de su cargo, insulta al juez tachándolo de “pijo ácrata” y le acusa de “demagogo indecente”. ¡Míreusté
quién habló! Estos patéticos personajes no toleran la libertad de expresión ni
la independencia. Lo van a crucificar si el pueblo lo consiente.
Yo opino que el juez Pedraz quiso decir
con eso de la decadencia de la clase
política, que los partidos están en manos del poder económico; que son
corruptos, que utilizan el cargo para sus intereses personales, que gobiernan a
base de mentiras que ni ellos mismos creen y no representan al pueblo. Esto es
lo que el juez quiso decir. Que no se extrañen si les tachan de decadentes. Es
lo más suave que se les podemos decir.
No es tan difícil entender que lo único
que pedimos los españoles es justicia, dignidad y libertad. No entra en la Constitución
española tratar de reprimir las manifestaciones a fuerza de palos y
aterrorizando a los asistentes, cuando la convocatoria procede del proletariado
en defensa de sus derechos. A los fanáticos de la derecha reaccionaria, que si
los dejáramos hacer, acabarían juzgando como hacían en tiempo de Franco; por decreto, les
molesta las manifestaciones de personas que lo están pasando mal por culpa de
sus inútiles dirigentes. Sin embargo ellos, los verdaderos pijos, celebran apasionadamente
cuando las manifestaciones las convocan los suyos; la iglesia con los obispos
en cabeza, los anti-abortistas, etc. Éstos últimos son patéticos, dicen estar
en contra del aborto, no obstante, como su religión les prohíbe utilizar métodos
anti-conceptivos, y como a ellos el cuerpo también les pide marcha como a cualquier hijo de vecino, también se quedan
embarazadas. Llegando el caso, las nenas
pijas piden dinero a papá para hacer una visita a sus amigos ingleses, van
a Londres, o donde les antoje, abortan allí y al día siguiente de aterrizar
aquí, se manifiestan en contra del aborto como si nada hubiese sucedido. ¡Serán cínicos!
Como reflexión final quiero añadir que
ninguna persona o institución debe considerarse capacitado para influir en una
decisión personal de estas características; ni los gobiernos, ni la iglesia. NADIE.
La
maternidad es algo hermoso cuando es deseada. La mujer que decide abortar debe
tener poderosas razones para hacerlo.
Saludos, Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.